Si quieres que tu boda sea eterna, nada mejor que celebrarla en el desierto del Sahara, allí el tiempo y el espacio no se miden en su vasto horizonte, rodeados de arenas doradas y bajo un cielo celeste, su puesta de sol y sobre todo las estrellas al anochecer os cautivarán.
Pero no temáis por el tan temido calor del día o las noches heladoras, en el Sahara marroquí hay una época del año que comprende desde noviembre al mes abril, donde las temperaturas oscilan entre los veinte y los treinta y ocho grados centígraados, soportándose bastante bien. Merece la pena porque en ese entorno mágico de las mil y una noches os rodearéis con las mejores galanuras de sus jaimas árabes, con alfombras que completarán las decoraciones más exquisitas de su cultura.
La decoración árabe es esencial para las Jaimas, porque es lo que le hace adquirir la identidad que realmente la originó. Y es que, la razón por la que fueron creadas en su país natal, es porque eran necesarias para el modo de vida de algunas personas que se consideraban como nómadas, guiadas por la aventura y sus ansias por vivir con total libertad alejándose de la ciudad, el ruido y adentrarse en el desierto.
Sin duda para decorar una jaima las alfombras son las reinas, las que presiden en cada rincón con sus particulares colores y trenzados hechos a mano en muchos casos por manos maestras o en otros por máquinas semiautomáticas con diseños muy bonitos pero más simétricos y perfectos.
En una boda árabe son pocas las alfombras que merece la mujer, pues es el centro de atención, la cual es dignificada para hacerla merecedora de su futuro esposo. Este tipo de boda suelen ser fiestas muy divertidas donde abundan las danzas, los colores dorados, los dulces árabes y su comida típica.
