Las moquetas clásicas de pelo o fibras pueden decorar cualquier lugar, ya sean las utilizadas para uso temporal como las moquetas feriales o las que colocamos en nuestro salón de casa para conseguir un espacio más acogedor en invierno.
Lo cierto es que a veces nos olvidamos de otras zonas como la entrada a casa donde el paso suele ser bastante frecuente entrando y saliendo, mucho más si hablamos de un comercio.
Para ello las moquetas de goma con puntos son lo mejor para no acumular la suciedad, ya que se limpian fácilmente con un chorro de agua a presión vaporizado. En cambio un felpudo requiere de mayor constancia y no siempre podemos estar seguros de una higiene 100% efectiva.
Otra parte de nuestro hogar que solemos tener olvidada es el garaje, donde la entrada y salida del coche hace que se ensucie constantemente. Proteger con un suelo de goma es una opción que reservará el pavimento cerámico y a la vez nos proporcionará una protección extra ante cualquier golpe de herramientas.
Las ventajas de usar una moqueta de goma son muchas, la primera la facilidad de limpieza, ya que no se adhiere la suciedad como en una alfombra de tela o fibras. Puede usarse un simple cepillo o escoba para eliminar la tierra o polvo rápidamente dejándole un aspecto limpio sin esfuerzo, también se puede pasar una fregona si se derraman líquidos.
Por sus relieves son antideslizantes y muy resistentes al desgaste, no se deforman y tienen mucha durabilidad, pudiéndose encontrar de distintas formas, desde los clásicos puntos, superficie acanalada o en forma de líneas cruzadas.
Este tipo de revestimiento son perfectos para usar también dentro de un remolque, en el suelo de un sótano, almacén, industria alimentaria, terraza, para superficies en barcos, en gimnasios o pasillos.
Hay que insistir en la limpieza de la moqueta, pues existe la gran diferencia visual en una fabricada en goma negra que en aquellas de fibras textiles sintéticas o vegetales, pues en estas últimas los ácaros pueden permanecer por mucho tiempo ocultos sin ser eliminados.
