Cuando se celebra un evento donde se hace alarde de vestidos nuevos, se crea tendencia gracias a los famosos. Esto lo podemos ver en las entregas de premios de los Oscar de Hollywood o en eventos de gran magnitud mediática en donde una gran alfombra roja van desfilando una incesante pasarela de modelos de los más prestigiosos sastres y modistas.
El glamour de la alfombra roja siempre atrae a fotógrafos, pero también a los influencers que migraron de los clásicos blogs a pinterst y a instagram, donde predominan y destacan más las fotos que los textos. Esto se debe a que estas plataformas tienen un formato más orientado a la imagen, adaptándose muy bien a los móviles.
En sí, gran parte de la repercusión de la moda se la debemos no solo a quienes visten las creaciones del momento poniendo su imagen, los decorados y los espacios donde se desarrollan estos eventos también tienen un significado icónico a través de los años, como por ejemplo Hollywood, Cans y otros escenarios itinerantes pero que tienen mucha repercusión como son la entrega de premios de Los Goya.
Pero tras los destellos de las fotos y las poses en estos eventos, la moda no acaba en la alfombra roja. Los modelos que desfilan con sus tallas perfectas atraen y condicionan los gustos de muchas mujeres y hombres que esperan ansiosos esos modelos adaptados a tallas más comunes, vamos!, trasladar la pasarela a la ropa de calle.
Los minoristas son pues quienes en permanente contacto con los grandes modistas difunden sus diseños con ajustes y detalles lo más cercanos posibles a los originales, que en ocasiones pueden parecer un tanto estrambóticos, p ero que después tienen unos resultados excelentes.
A lo largo de las últimas décadas con el desarrollo industrial la moda exhibida sobre la alfombra roja ha tenido siempre una segunda consecuencia, el consumo desaforado por vestir lo último. Esto ha tenido una consecuencia devastadora sobre el medio ambiente en los últimos años, porque es la segunda más contaminante del mundo después de la petrolera, produce alrededor del 20% de las aguas residuales y emite el 10% de las emisiones de carbono en el mundo.
Ante estos datos la ropa de segunda mano está siendo una opción cada vez más valorada, no solo por tiendas especializadas, lo podemos ver también en las plataformas online para la compra entre particulares. La venta de la ropa usada frente a la moda de la alfombra roja que va cambiando vertiginosamente se impone con ropa incluso vintage que teníamos guardada en el armario hace muchos años. Esta nueva tendencia ha creado una filosofía nueva mucho más sostenible que la compra compulsiva por ir vestidos a la última.
Vivir para vestir o vestimos para poder vivir, esa es la cuestión, porque está claro que la publicidad que ejercen las grandes marcas termina por influenciar el consumo exagerado de las personas. O más bien encontrar la solución pasa por hacer un consumo responsable y no depender tanto de la volatilidad de la moda.